OBRAS
DE
ARTE

Un hombre de mirada noble carga leña en su hombro, caminando bajo el sol, con montañas imponentes a sus espaldas. Su sonrisa refleja la dignidad y fuerza del trabajador rural, en armonía con la tierra que le da sustento.

Un retrato de Da Vinci en un taller surrealista, rodeado de bocetos imposibles: Mickey Mouse, plátanos pegados, arte pop y la Mona Lisa. Una crítica ingeniosa a la mezcla de arte clásico y cultura contemporánea.

Un festín de la naturaleza: frutas exóticas, cocos abiertos, langostas y texturas vibrantes sobre una mesa de madera tallada. Un homenaje a la abundancia, el sabor tropical y la riqueza de la tierra hondureña.

Un bodegón clásico donde el tiempo se detiene: panes dorados, frutas frescas y una vela gastada sobre una tela dorada, resaltan la riqueza de la vida cotidiana, la nostalgia y la belleza efímera de lo simple.

Una niña en vestido rosa se detiene frente a una fuente en una plaza, mirando hacia arriba con asombro y alegría. La luz del sol se refleja en el agua, creando una escena llena de vida y calidez en un ambiente de feria o mercado

Paisaje de montañas verdes con un árbol de flores amarillas en primer plano. Un campesino y su hijo guían una carreta tirada por bueyes en un camino de tierra. La obra resalta la conexión con la naturaleza y la belleza rural de Honduras.

Esta obra muestra un vibrante grupo de tucanes posados en ramas de un frondoso árbol, resaltando sus plumajes coloridos y picos llamativos entre hojas verdes y frutos redondos. El estilo realista capta la belleza y la esencia del bosque tropical.

Una escena rural llena de vida, donde un campesino guía su carreta tirada por bueyes a través de un río, rodeados de un paisaje verde. Refleja esfuerzo, conexión con la tierra y la esencia de la vida campesina hondureña.

homenaje a los próceres hondureños, capturando su esencia y legado histórico. Estas obras, exhibidas en un restaurante, invitan a los visitantes a reflexionar sobre la identidad y el orgullo nacional en un ambiente cálido y acogedor.

Una mujer interpreta el chelo con expresión serena, emergiendo de un cuadro que enmarca una escena colonial de tejados, palmeras y cúpulas. La obra mezcla realismo con un toque de surrealismo, evocando nostalgia y calma.